Los negocios han cambiado y la forma de financiarse de las empresas también. En el mundo startup el modelo de financiación vía crowdfunding parece arrasar, con decenas de titulares sobre exitosas rondas de financiación que levantan -y esa es la expresión que utilizan- millones de euros. Solo muy de vez en cuando, aparece alguna referencia hacia alguno de los cadáveres que van quedando por el camino.
Aunque llevo ya un tiempo informándome profesionalmente sobre este tipo de campañas y he perfilado incluso alguna de ellas -aunque sin llegar a ejecutarlas-, nunca he acabado de entender bien del todo cómo funcionan. Puede que sea porque no soy financiero o puede que sea porque están diseñadas para que sólo fluya la información que interesa.
En realidad si quieres entenderlas bien del todo y haces demasiadas preguntas, acabarás siendo un actor incómodo.
El equity es un modelo de inversión que, particularmente y en muchos casos, pongo en cuestionamiento. En muchos casos diría que está más cerca del mundo del marketing que del de las finanzas -y creo sinceramente que cualquiera que haya participado o que conozca de cerca ejemplos de este tipo de campañas estará de acuerdo con esta afirmación.
Aunque ya he reconocido que no he llegado a entenderlo bien del todo, si hablamos de crowdfunding sí he comprendido unas cuantas cosas. La primera: que la plataforma siempre gana. La segunda: que importa más cómo lo vendes que lo que vendes.
Que la plataforma obtenga “siempre” un beneficio es algo que, en principio, me parece perfecto… pero no tanto cuando la compañía que participa en el crowdfunding recibe, por ejemplo, asesoramiento sobre una serie de prácticas bastante cuestionables diseñadas para “calentar” a la audiencia (ergo, a los inversores).
De nuevo, cuando preguntas demasiado por este tipo de prácticas al key account de la plataforma equity, notas que empiezas a interesar menos. Los emails se espacian, las respuestas son más difusas.
¿Es el crowdfunding una herramienta de marketing o de financiación? Si hablamos de inversión, ¿no debería ser todo un poco más concreto?
Los que trabajamos con alguna de estas campañas, hayan visto la luz o no, tendemos a normalizar ciertos mensajes que, en resumidas cuentas, no son normales del todo. Me refiero, y por poner un ejemplo concreto, al mantra de tener que lanzar cada campaña “a éxito”: resulta que todas esas campañas de crowdfunding que alcanzan su objetivo en dos horas no son más que un cuento.
El objetivo (¡oh!) estaba alcanzado de inicio. Lo que interesa es vender una imagen de éxito para “calentar” a los posibles inversores, recaudar mucho dinero y copar titulares.
Y como eso todo: desde la valoración de las compañías hasta la relación con los posibles inversores.
Seguro que hay muchas excepciones pero en la mayoría de campañas de equity que conozco y desde luego en las más sonadas (Heura, Vicio…) los mensajes tienen siempre que ver con la supuesta misión de la compañía y apelan innegablemente a lo emocional.
Sobre qué planes tiene la compañía para “salvar el mundo” se comunica mucho en este tipo de campañas pero sobre los planes que tiene esa misma compañía para hacer que el pequeño inversor gane dinero no encontrarás casi nada -y desde luego nada realmente concreto.
¿Y no debería ser ese el propósito principal?
¿Es una inversión o un donativo?
Los inversores profesionales, por definición, saben mejor lo que hacen y consiguen acuerdos distintos, generalmente por fuera de la propia campaña de crowdfunding.
Particularmente, la idea de mitificar compañías emergentes que, con mayor o menor “propósito” pero, eso sí, casi siempre sin negocio consolidado, consiguen millones de euros en campañas de equity me parece más que cuestionable.
Vendas lo que vendas, sea cual sea tu negocio, deberías celebrar la rentabilidad -o el camino hacia la rentabilidad, al menos. Conseguir “levantar” un montón de dinero entre una audiencia que, dependiendo del cuento que le hayas vendido, actuará casi de un modo que roza la ofrenda, mientras tu cuenta de resultados solo hace que empeorar, resulta un auténtico disparate, fuera de todo sentido común.
Venderlo como un gran éxito asusta. Si un negocio no acaba de ser rentable ¿sólo se necesita dinero para hacerlo funcionar? ¿La financiación es realmente su único problema?
Quiere escalar, que suena muy bien, pero oiga: ¡es que igual aún no ha aprendido ni a ponerse de pie!
Aún así, tiran pá alante y anuncian que “se vienen cositas” -es decir, crowdfundings.
Si quieres ayudar al planeta, “invierte” en nuestra empresa.
Si quieres formar parte de la conquista de lo cool, “invierte” en nuestra marca.
Si quieres un mundo mejor, “invierte” en #brand_name.
Y los seguidores, que quieren ayudar al planeta, que quieren molar más que Steve McQueen en el 68, que quieren un mundo mejor… van e “invierten”.
Un año después, cuando la cuenta de resultados de la empresa que ha recibido la inversión empeora, se vuelve a la carga con una nueva campaña de crowdfunding en la que, como no, se vuelve a hablar de todo menos de lo importante para lo que toca.
Y funciona de nuevo, porque los nuevos fans van e “invierten” -o lo que sea que estén haciendo.
Y todo es celebración, de nuevo.
Y todo es éxito, de nuevo.
Y todo son titulares, de nuevo.
Pero…
Pero…
Pero que esa misma empresa consiga cada año más “inversión” no profesional mientras sus resultados son cada día peores, ¿no le importa a nadie?
Pues parece ser que no.
Y supongo que es por eso por lo que decía al principio que no acabo de entender todo esto del equity: porque va a ser que no hay Dios quien lo entienda (con perdón).