En la primera edición de la SuperLiga Siroko de surf testamos un dispositivo tecnológico impulsado por el ITG (Instituto Tecnológico de Galicia), en un proyecto que lidera el ingeniero y surfista Santiago Charlón. El dispositivo, del tamaño de una pequeña pastilla de parafina, se instalaba en la punta de la tabla y servía para medir un montón de variables. Usando Big Data, los datos aportados por el pequeño mecanismo se traducían fundamentalmente en dos parámetros clave: la velocidad y la fuerza G del surfista en cada maniobra.
La tecnificación de todo lo que rodea al surf forma parte del futuro de este deporte, y mucho más en competición. Este tipo de iniciativas resultan muy importantes para conseguir acercar el espectáculo de lo que sucede en el agua al gran público. El surf, que será olímpico en Tokyo 2.020, ha experimentado un boom sin precedentes en la última década pero continúa teniendo algunos obstáculos que le impiden dar el salto hacia audiencias masivas; el uso de tecnologías de este estilo ayuda a acortar el camino que separa al surf de competición de los grandes espectadores de eventos deportivos, y lo hace por dos motivos muy claros:
1.La inclusión de datos objetivos en la retransmisión facilita la comprensión sobre lo que está sucediendo en el agua (especialmente a nivel de puntuaciones).
2.Este tipo de tecnologías ayudan a generar un montón de información que se traduce en contenido para esos “tiempos muertos” en los que no hay acción. Estos momentos son puntos críticos en las competiciones de surf y ponen a prueba la paciencia de la audiencia.
La tecnificación de todo lo que rodea al surf es el verdadero futuro de este deporte en competición. Hablo de mejoras en los sistemas de forecast, de la implantación de tecnologías como la que menciono en este artículo o del uso de la tecnología aplicada al vídeo y al streaming para conseguir retransmisiones cada vez más espectaculares.
Sin embargo, la tecnificación del surf en sí mismo (y me estoy refiriendo por ejemplo, al fenómeno de las piscinas de olas artificiales) resulta poco interesante de cara a favorecer el espectáculo. Al fin y al cabo, a nadie le interesa ver exactamente la misma ola un montón de veces (del mismo modo al que a nadie le interesaría ver la misma jugada en un partido de fútbol una y otra vez). Pongo un ejemplo más, ¿por qué las audiencias del ciclismo en ruta arrasan y las del ciclismo en pista son más bien anecdóticas? Quítenle a cualquier deporte su componente azaroso (y en cierto sentido “humano”) y necesariamente perderá gran parte del interés de la audiencia.
Foto: Alfredo Benjamín.
Rider: Miguel Betegón.