Hace un par de semanas Nike batió el récord del mundo de maratón en Berlín y consiguió uno de los grandes hitos deportivos de la historia. El fabricante americano de zapatillas deportivas recorrió los 42,195 kilómetros de la prueba en poco más de dos horas (exactamente en 2:01:40). Si echan números, verán que sale una media superior a los 20 km/h. Intentar mantener ese ritmo sólo unos pocos metros da una imagen de la inmensidad de la marca.
Ya, ya sé que detrás de Nike había un keniata muy rápido, muy delgado y muy resistente que fue el que verdaderamente consiguió destrozar el cronómetro, pero esa es otra historia.
Desde hace tiempo, Nike ha puesto el foco en el récord del mundo de la prueba de maratón, que es la más mítica del atletismo (incluso en un sentido literal de la palabra). Desde un punto de vista publicitario la estrategia de Nike es perfecta; el running ha crecido mucho en la última década y el gigante americano ha sabido aprovechar el tirón.
En realidad, el vínculo de Nike con el running es fuerte. De hecho, uno de los fundadores de la marca, el entrenador de atletismo Bill Bowerman, está considerado el padre de este fenómeno. No importa mucho si esto es verdad o no, porque lo que ha quedado para la historia es que Bowerman descubrió el running en un viaje a Nueva Zelanda a finales de los sesenta y lo introdujo en los EEUU. Hasta entonces, sólo corrían los atletas y los deportistas profesionales, nadie salía a correr por el sencillo placer de hacerlo. Pero, al parecer, el boom del footing resultó un poco como lo cuentan en Forrest Gump: un día nadie corría y el día después media Norteamérica madrugaba para salir a hacerlo a las seis de la mañana.
Lo cierto es que, después de ayudar a crear un mercado multimillonario, Nike se ha preocupado de no perder su posición de liderazgo. Por eso ahora la marca americana se ha propuesto conseguir bajar de las dos horas en la prueba de maratón: porque quiere poner de manifiesto que aunque puede que nada sea imposible, se trata de demostrarlo. Antes de la campaña de marketing de Nike (porque es una campaña de marketing), parecía imposible que una maratón se pudiera correr en menos de dos hora. Ahora la pregunta es más bien cuándo se logrará romper esta barrera (y en el fondo, todos pensamos que las zapatillas hipertecnológicas de Nike también tendrán algo que ver en este insulto a las leyes físicas)
La jugada es maestra. Los runners de todo el mundo están fascinados por unos tiempos que parecen de ciencia ficción. Nike, que cerró el circuito de Monza y preparó las condiciones ideales para bajar de las dos horas en la misma distancia de una maratón, presentó entonces unas zapatillas futuristas y una ropa especial y todo en un envoltorio de innovación tecnológica que el perfil runner valora muy especialmente. Kipchoge batió el “récord” en aquel experimento que Nike bautizó como breaking2 y que costó, dicen, más de tres millones de euros. Lógicamente no fue un récord oficial y además superó por 25 segundos su objetivo. No importó demasiado: aquel registro dejó al mundo boquiabierto y expectante, ¿conseguiría Nike – ¿o debería decir Kipchoge? – replicar el récord en una maratón real?
Ya hemos visto que sí.
Sinceramente, no sé lo que ganarán Kipchoge y el resto de atletas africanos en nómina de la multinacional americana, pero deberían cobrar diez veces más. Esta campaña de las dos horas, impulsada por Nike a todos los niveles, ha conseguido captar verdaderamente la atención de la audiencia. En un mundo como el actual conseguir algo así tiene casi tanto mérito como correr una maratón en menos de dos horas.