De hace unos años a esta parte hago algo con los libros que me funciona muy bien. Es algo parecido a lo que hace la Iglesia con los Santos (esperan a que estén muertos para beatificarlos, no vayan a equivocarse).
Lo que hago con los libros es no leer novedades (salvo algunas excepciones, como será el caso de Yoga, el último libro de Carrerè, que se publica esta semana y que espero con ganas).
Decía que casi no leo novedades, en el sentido estricto de la palabra. Lo que hago es repasar las listas de mejores libros de los medios especializados que necesariamente aparecen a final de año (Babelia, Rockdeluxe…), seleccionar los que me interesan e ir leyéndolos el resto del año. No es que sea muy original pero la cosa funciona muy bien.
Comparto mis últimas lecturas con un breve comentario, por si les valen.
Los chicos de la Nikel, de Colson Withehead.
Premio Pulitzer, que no es poco (galardón que el autor consigue por segunda vez, por cierto. La primera con El Ferrocarril Subterráneo -obra maestra-).
Es la historia de un reformatorio de Florida para chicos negros como marco de la realidad racial en los Estados Unidos de mediados de siglo XX. El personaje central del libro está construido como solo un auténtico maestro puede hacerlo.
No todos los hombres habitan el mundo de la misma manera, de Jean-Paul Dubois.
También está la cárcel en este libro. En este caso una para adultos. Pero va de muchísimas cosas más. No conocía al autor pero me bajé un fragmento con el Kindle y no pude dejar de leerlo en dos días. Humanismo en tiempos inciertos.
Un amor, de Sara Mesa
Manejando códigos de novela negra y con un estilo propio que es implacable, Sara Mesa crea una especie de tratado sobre la obsesión con el choque entre dos mundos completamente distintos (el campo y la ciudad) de fondo.
No digas nada, de Patrick Radden Keefe
La vida en Irlanda del Norte (o en el norte de Irlanda, según para quién) debía parecerse mucho al infierno durante la época de Los Problemas. Este libro narra parte de lo que sucedió por entonces de un modo elegante, adictivo e imparcial.
Poeta chileno, de Alejandro Zambra
Vale. Si solo van a leer uno de toda esta lista, por favor que sea este.
La vida secreta, de Andrew O’Hagan.
Una especie de ensayo con tres historias no conectadas entre sí, pero que tienen en común la privacidad y la digitalización. La primera historia – habla de Julian Assange- es espectacular y justifica el libro por sí misma. Las otras dos (especialmente la que se refiere al supuesto creador del Bitcoin) también están muy bien.
Otoño, de Ali Smith
Un libro de poesía convertido en prosa. Es una pasada. Maravilloso.
Boulder, de Eva Balsatar.
Una máquina. Es increíble cómo escribe. Difícil de describir. Supongo que narra en primera persona las dificultades de un espíritu libre para seguir siéndolo.
El evangelio de las anguilas, de Patrick Svensson
Un libro de zoología convertido en una carta de amor a las anguilas, y a un padre, y a la naturaleza, que sigue manteniendo misterios mucho más antiguos que el hombre.