Coppi dijo una vez que no valía solo con ganar, que también importaba cómo. Esa idea romántica que se desprende de las palabras del campeonísimo es la que convierte el ciclismo en un deporte diferente: el mejor del mundo.
Pero hoy ha sido un día triste en Alpe D’Huez. Ni siquiera lo contrario de romántico, que supongo que es pragmático. Ha sido un día triste, que es mucho peor. Nada más y nada menos que allí, en Alpe D’Huez. Un día lleno de aficionados lamentables y con Nibali, mi ciclista favorito, en el suelo (primero) y en el hospital, después. Ni que decir tiene que en Ventoux, hace tres años, se neutralizó la carrera por algo muy similar (fue aquel día en el que el malliot amarillo salió corriendo sin la bicicleta después de estrellarse contra una moto parada).
De lo poco que he sacado en claro de la etapa de hoy es que el bochornoso caso de Froome se ha convertido en un auténtico problema que incluso afecta a la seguridad de la carrera. Con todo lo que han sufrido los aficionados con Armstrong y el dopaje puede entenderse que haya malestar, pero solo hasta cierto punto. Algunas actitudes son injustificables. En la vida se me ocurría ir a abuchear a un ciclista (no digamos ya ir a empujarlo o a escupirle) pero ya ven: hay de todo en la viña del Señor.
La etapa fue bonita, como se esperaba, pero todo quedó eclipsado por los pitos, los abucheos y algún que otro intento de tirar a Froome de la bicicleta. Como lo oyen. Se me ocurre que ahora es el momento de hacer una rectificación por mi parte; en su día dije que el Tour no debería dejar correr a Froome – y eso intentaron, aunque finalmente tuvieron que ceder ante la vergonzosa lavada de manos de la UCI – pero mi reflexión era un tanto inexacta, o por lo menos parcial. Seguramente era el propio Sky el que debería haber apartado a su corredor, de un modo más o menos discreto. Piensen en Sky como patrocinador – como el de mayor presupuesto, por cierto. Están ganando carreras pero acaban abucheando a sus corredores, algo que no se había visto en el Tour desde hace muchas décadas y mucho menos después de ganar en Alpe D’Huez -¡nada más y nada menos que en Alpe D’Huez!
Particularmente me lo haría mirar. ¿De verdad tienen sentido, como marca, tener a Froome en el Tour?
Con respecto a la general, pocos cambios. Quedan ocho etapas (nueve, si contamos el último día en Paris) en las que puede pasar de todo. Los que ayer decían que Sky lo tenía hecho, hoy lo dicen aún más alto. Thomas está que se sale y es un corredorazo y Froome pues más de lo mismo, pero algunos parecen haberse olvidado de que todavía quedan los Pirineos, – ¡casi nada! – y de que lo que hoy le ha pasado a Nibali, puede pasarle a cualquiera. Sí, hay algunos favoritos menos (como Quintana, que sencillamente no va) pero Tom Dumoline ha demostrado de nuevo estar llamado a grandes cosas y Mikel Landa, que suele ir de menos a más, también ha dado la talla.
Además, sigue estando la posible brecha que se alarga como una sombra sobre el Sky, ¿o alguien se cree de verdad que Thomas va a regalarle el maillot a Froome sin dejarse hasta el último aliento?