Mañana el Tour de Francia se reinventa en una etapa histórica -y aunque seguramente se abuse de este término en todo lo que tiene que ver con ciclismo, esta vez realmente lo es.
Desde que el director del Tour, Christian Prudhomme, comentase los detalles de la decimoséptima etapa de esta edición, ha surgido un interesante debate entre dos grandes bandos: los que apuestan por la modernidad y los que cuidan la tradición.
Como seguramente sabrán, la ronda gala ha programado para mañana una etapa de alta montaña en Pirineos de solo sesenta y cinco kilómetros. Aunque este dato ya resulte sorprendente por sí mismo (si exceptuamos el formato contra reloj, será la etapa más corta en más de treinta años), eso no es todo. La meta es inédita (el puerto de Porter, que con sus 16 kilómetros a un desnivel del 8% de media y una altitud de 2215 m. reúne todas las características para convertirse en un nuevo Tourmalet), y además se estrenará un nuevo formato de salida, a modo de parrilla, como en Moto GP o en la Fórmula 1.
El orden de salida será más o menos el mismo que en la clasificación general (digo más o menos porque habrá un guiño para el maillot de lunares del líder de la montaña, el francés Julian Anaphilippe). Este nuevo formato de inicio de etapa, en un recorrido tan corto y con tres durísimos puertos de por medio (el primero nada más empezar) es especialmente interesante. ¿Llegarán los gregarios a tiempo para echar una mano a los líderes de los equipos? ¿Habrá ataques desde el principio o tal vez un pacto de no agresión?
Entre los aficionados, las voces más críticas apuntan a una pérdida en la esencia del Tour. Muchos han querido restarle importancia al asunto mostrando la parrilla de salida como una acción de marketing que poco tiene que ver con lo estrictamente deportivo.
Sinceramente, creo que tanto los primeros como los segundos están muy equivocados.
Por un lado, el Tour puede mantener su esencia intacta sin renunciar a nuevos formatos, a una modernidad más o menos comedida. Como en el Gatopardo a veces es necesario cambiarlo todo para que todo siga igual. No hay más que recordar que en los primeros años del Tour los corredores ni siquiera podían recibir un mísero bidón de agua.
Por otro lado, la parrilla de salida no es solo una jugada de marketing en busca de mayor repercusión por parte del organizador de la carrera. En todo caso es una acción de marketing muy buena, y si lo es, es porque compromete la carrera y afecta de un modo directo a lo deportivo. Veremos al líder solo desde el primer minuto y quién sabe lo que harán los rivales (desde luego, si tienen piernas, harían bien en atacar). 65 kilómetros de espectáculo puro.
Mi conclusión previa a la etapa de mañana es que el Tour ha acertado a todos los niveles incluyendo este nuevo formato en su ruta. Su director tiene los mismos planes de siempre (conseguir organizar la mejor carrera ciclista de todas), tan solo utiliza algunas estrategias nuevas. Bienvenidas sean, si algo necesita el mundo es mucha más imaginación.
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